Dice la sabiduría popular que lo
importante en un viaje no es el destino, sino el camino vivido hasta
llegar a él. Una buena forma de comprobarlo es a través de
iniciativas como la Carrera del Taller “Ponte a Punto”'; basta
con haber vivido la experiencia de cubrir la distancia estándar de
una carrera popular, los 10 kilómetros, para darnos cuenta de que
las imágenes que vienen a la cabeza no son simplemente las de cruzar
una meta, sino que hablan más bien de compañerismo y generosidad.
Incluso los recuerdos del esfuerzo y sufrimiento van ligados de forma
inseparable a los gritos de ánimo y el apoyo de los demás
corredores.
En HELLA creemos firmemente en esta
filosofía, y por eso tratamos de hacer que todo nuestro equipo se
sienta partícipe de los logros de la compañía y responsables de
ella. El mejor ejemplo de ello es la actividad, socializadora donde
las haya, que realizamos el pasado verano, cuando casi medio centenar
de empleados nos reunimos en la Alcarria y nos divididos en diez
grupos para planteamos un reto: ver quién sería el primero en
conseguir ascender a lo más alto de las Tetas de Viana, dos
preciosas montañas gemelas de más de 1.140 metros de altura. Una
vez arriba, cada equipo ondearía su cometa como señal de objetivo
cumplido.
La idea de esta actividad salta a la
vista: conseguir que la gente juntase sus fuerzas, trabajase en
equipo y diera lo mejor de sí misma para alcanzar una meta común. Y
así fue. Todos y cada uno de los equipos lograron su objetivo de
llegar a la cima.
Lamentablemente, ese día tuvimos la
mala suerte de no encontrar viento suficiente como para conseguir
hacer volar las cometas. No pudo ser, pero no nos importó en
absoluto, porque el verdadero objetivo ya estaba cumplido. Es lo que
los gurús del mundo de los recursos humanos llaman team
building y lo que en HELLA quisimos llamar simple y llanamente
“Reto de Equipo”.
Esta no es la única iniciativa de este
tipo que desde la compañía se ha puesto en marcha; baste recordar
la experiencia de hace un par de años, cuando la plantilla se
dividió en dos equipos para ver cuál era capaz de cocinar…. la
mejor paella gigante. Si preguntáramos ahora, pocos recordarán
quién se hizo finalmente con el triunfo, pero seguro que todos
recuerdan su empeño en la preparación, las risas durante la comida
y, cómo no, lo sabrosas que estaban ambas paellas.